El otro día me acordaba a raíz de la campaña del Black Friday, como, en plena crisis, un empresario con una situación financiera envidiable hasta entonces, me preguntó cómo podía ser que estuviera ganando dinero pero no tuviera dinero en el banco para invertir en una maquinaria que le permitiría producir de manera más eficiente.
Le señalé el almacén y él me dijo que la decisión, tomada en consenso con el contable y el encargado de producción, era correcta porque habían conseguido un muy buen precio y, al fin y al cabo, podrían utilizarlo y venderlo en un futuro.
Mientras lo iba diciendo, levantó la cabeza y me dijo: «claro, el dinero lo tienen los proveedores».
Exacto, invertir en un exceso de stock tuvo este resultado: el dinero lo tenían sus proveedores
y, ahora tocaba correr para endeudarse y para reducir los días totales en caja, es decir, los días que tarda el dinero que ha marchado a la cuenta corriente de los proveedores a volver a entrar en la empresa gracias al cobro de la venta de ese material.
De hecho, la gestión del stock es uno puntos fundamentales de en la salud financiera de las empresas pero, muy a menudo, sólo se tiene en cuenta su vertiente productiva entendiendo que tener más stock nos permite obtener mejores precios de compra, no quedarnos sin trabajo y poder servir pedidos rápidamente.
Lo que se olvida es que el dinero es un recurso limitado y, como tal, se deben priorizar, por lo que si los dedicamos en exceso a una partida podemos dejar descubiertas otras que, en este caso, tenían una influencia mayor en el futuro éxito de la empresa.
Por eso, si quieres mejorar la posición financiera de tu empresa, mira tu almacén